Autismo
Trastorno del Espectro del Autismo (TEA)
¿Qué es el Autismo?
Definición
El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es una condición del neurodesarrollo de origen neurobiológico que se presenta desde los primeros años de vida.
Todas las personas comparten dificultades en el desarrollo de las habilidades comunicativas y sociales y presentan un comportamiento e intereses repetitivos. Sin embargo, estas dificultades se presentan con diferente grado de intensidad a lo largo de un “espectro”. Además, las personas con TEA pueden tener asociadas otras condiciones que hacen que su presentación sea muy diversa en cada una de ellas.
Este concepto de heterogeneidad es muy importante a la hora de abordar las estrategias terapéuticas que exigen una valoración individualizada de las necesidades de cada persona con autismo.
Actualmente se considera que hasta un 50 % de las personas pueden tener una Discapacidad Intelectual asociada.
Esta condición se mantiene a lo largo de toda la vida independientemente de su buena evolución, por eso se considera una discapacidad. Una detección precoz y una atención temprana especializada, así como apoyos individualizados adaptados a sus necesidades en los diferentes contextos y momentos de la vida, son fundamentales para mejorar su Calidad de Vida y conseguir el máximo grado de desarrollo personal.
Características
Existe una gran variabilidad dentro de esta área, desde personas que no desarrollan ningún lenguaje hablado, personas que muestran un lenguaje repetitivo y poco funcional, hasta personas que con un buen lenguaje formal lo utilizan de forma desajustada.
Todas las personas muestran limitaciones para la utilización y comprensión de los elementos de la comunicación no verbal, como el uso de gestos, la mirada o las expresiones emocionales, dificultades para mantener conversaciones y alteraciones en el uso social de la comunicación
Aunque pueden mostrar afecto de una forma adecuada, las personas con TEA muestran alteraciones en el desarrollo de conductas adecuadas para relacionarse con los demás, poner en prácticas habilidades básicas para la relación con las personas y comprender las conductas y emociones en los demás, por lo que muestran limitaciones de reciprocidad socio-emocional y un limitado interés para compartir con los demás sus intereses.
Pero dentro de esta área nos encontramos personas con un gran aislamiento social, personas que responden a la interacción con los otros pero tiene limitada iniciativa social y personas con gran iniciativa social que fracasan en sus relaciones por hacerlo de una forma poco ajustada socialmente y no comprender las normas sociales.
Las personas con TEA muestran una alteración significativa en el desarrollo de la imaginación, lo que implica en su desarrollo un problema para el desarrollo del juego simbólico y la actividad imaginativa.
Estas limitaciones implican la aparición de conductas repetitivas, movimientos estereotipados del cuerpo, resistencia a los cambios en lo que les rodea, así como interés y preocupación intenso por temas específicos. Además, muchos casos pueden presentar una sensibilidad inusual ante estímulos sensoriales (auditivos, visuales, táctiles...).
Hay que tener en cuenta que en ocasiones aparecen asociados otras trastornos clínicos que hacen necesaria una evaluación y tratamiento complementaria (ansiedad, depresión, trastornos del sueño,…) y que afectan de forma significativa a la persona.
¿Cuál es su origen y su causa?
En la actualidad, no está determinada la causa que explique la aparición del TEA, pero sí la fuerte implicación genética en su origen.
La investigación actual establece que no existe una sola causa genética para explicar la gran variedad de personas con TEA, sino que se trata de una etiología multifactorial. Hay una clara evidencia clara de que el origen es biológico (no psicógeno) por lo que no existe ninguna relación con las pautas educativas de los padres. La influencia genética se evidencia con la existencia de 4 varones con TEA por cada mujer, así como que los factores sociales y culturales no influyen de ninguna manera en la aparición del cuadro.
Probablemente puedan existir algunos factores ambientales que influyen en el desarrollo, aunque la investigación aún está por determinar cuáles (edad de los padres, problemas perinatales, etc.).
¿Cuál es su prevalencia?
A nivel Europeo los estudios disponibles que apuntan una prevalencia aproximadamente 1 caso de TEA por cada 100 nacimientos (Autism-Europe aisbl 2015).
Diagnóstico del TEA
El diagnóstico de TEA tiene que ser realizado por profesionales especializados, con el objetivo de establecer un programa adecuado de apoyos individualizados para la persona, y que implique una evaluación directa de la persona con TEA, así como una entrevista a la familia, con pruebas específicas para la evaluación de TEA. El proceso de evaluación tiene que estar centrado en determinar las limitaciones así como destacar los puntos fuertes que ayuden a establecer apoyos adecuados para la persona.
Apoyo e Intervención
Los TEA no tienen cura actualmente, pero existe evidencia de que una detección precoz y un atención temprana especializada e intensiva mejoran significativamente su desarrollo y la calidad de vida de la persona y su familia, que debiera ser el objetivo último de todo programa de apoyo.
Lo que es común a todos los programas de intervención es que deben ser individualizados, estructurados, deben implicar de forma intensiva a todos los entornos de la persona y deben incluir a la familia de la persona con TEA, tanto en la detección de necesidades como en el desarrollo de habilidades.
Es importante a lo largo de todo el ciclo vital, utilizar los puntos fuertes de la persona con TEA (como por ejemplo las habilidades visuales), así como sus intereses para crear recursos de apoyo.
Estructurar su entorno de cara a hacerlo más comprensible ayuda a las personas con TEA a ser más independientes y reducir la ansiedad que les puede generar el entorno. Los programas de apoyo e intervención deben ir orientados al desarrollo de las habilidades comunicativas y sociales, mediante una estructuración de las actividades, la enseñanza y el entorno.
Las necesidades de las personas cambian a lo largo de su vida y los recursos de apoyo deben adaptarse a las diferentes etapas, por lo que es fundamental asegurar apoyos educativos individualizados a lo largo de la vida de la persona, apoyo a las familias y los profesionales y servicios comunitarios que permitan su inclusión. Una vez que la persona con TEA es adulta sus necesidades de apoyo tienen que ir dirigidas hacia la vida independiente, el empleo y las actividades ocupacionales, la formación permanente así como a favorecer decisiones sobre su propia vida.